martes, 16 de diciembre de 2008

Ney y la transparencia: una anécdota

En meses pasados tuve 3 prolongadas charlas con Juan Francisco Escobedo, en Guadalajara, Cancún y Chihuahua. Yo lo actualizaba sobre vida y obra de sus amigos nayaritas (Pepe Ocampo, Joel Cerón, Andrés García, Lalo Herrera, entre otros). Él, a su vez, me platicaba su experiencia como constructor de la legislación mexicana en transparencia y acceso a la información pública.
Fue así como conocí un dato sorprendente. Pancho era coordinador de la maestría en comunicación de la Universidad Iberoamericana en 2001. Junto con periodistas e investigadores formaba parte del Grupo Oaxaca y trataban de impulsar una Ley que permitiera abrir los archivos gubernamentales, al calor del ambiente de alternancia política.
El Grupo Oaxaca había redactado una iniciativa ciudadana que bien podría convertirse en una Ley pionera en transparencia, pero faltaba que la hicieran suya los legisladores, constitucionalmente facultados para presentar una iniciativa formal al Congreso. Iba a ser difícil cabildear el tema, sobre todo porque el 1° de diciembre del 2001 el Presidente Fox envió su propia iniciativa de Ley de Transparencia.

NEY: UN APOYO HISTÓRICO
En un texto publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Juan Francisco relata esos momentos: “Lo inesperado ocurre. Martí Batres, coordinador parlamentario del PRD, es el primero en suscribirlo; después firman la iniciativa los priístas; luego el PT, el PVEM y el diputado de Convergencia Democrática… El 6 de diciembre se presenta ante el pleno de la Cámara la iniciativa del Grupo Oaxaca y en un gesto de astucia, la diputada Beatriz Paredes, presidenta de turno, da cuenta de ello y aprovecha la ocasión para informar al pleno que también ella apoya la iniciativa”.
El dato que yo desconocía fue el fundamental papel que jugó el diputado federal Ney González para operar el apoyo de la bancada del PRI a la iniciativa. “La verdad, gracias a él pudimos meter al PRI en este tema”, me confió Pancho Escobedo en más de alguna ocasión. Fue una feliz coincidencia de paisanos. Uno legislador y el otro eficaz cabildero de una Ley. Entre ambos echaron por los suelos el cuentito de los cangrejos en la cubeta.
Ney fue uno de los 12 diputados que firmó la histórica iniciativa de Ley Federal de Transparencia. Una Ley que ha revolucionado la vida institucional.
Por estos antecedentes, no creo que hoy el gobernador esté conforme con el status de la transparencia en el estado, sobre todo porque la visión que él tiene sobre el tema dista mucho de lo que los responsables del tema han logrado: “Me gustaría que la transparencia y el acceso a la información sean forma de vida y no una táctica contra algún adversario ni una moda. Que la información se haga pública en forma automatizada y en tiempo real, para que quien la necesite ni siquiera la solicite, solo acuda a ella vía electrónica, vía las telecomunicaciones”.
Tras 11 meses y medio, el ITAI ha logrado muy poco, casi nada, sólo inocua capacitacionitis. La mayoría de los Ayuntamientos, exceptuando a Bahía de Banderas, carecen de portal web. Y las dependencias exhiben información incompleta y desactualizada, con la salvedad del Poder Judicial.
Lo peor es que si el ciudadano se inconforma y decide presentar un recurso contra las autoridades omisas en entregar información, se enfrentará a un tedioso trámite burocrático, tendiente a mantener bajo siete candados los archivos públicos.

DE BUENA FUENTE: Por ningún lado encontré la estadística del 88.8% de surtimiento de recetas a usuarios del Seguro Popular en Nayarit de la que habla ufano el Secretario del ramo, Omar Reynoso.
El dato que tengo, en cambio, es un porcentaje del 74 por ciento, 4 puntos debajo de la media nacional, según la encuesta de Ipsos Marketing para la Secretaría de Salud, fechada en julio pasado. Otro dato: un 17% de los pacientes nayaritas declararon no haber recibido el medicamento recetado, lo que nos pone en el lugar 29 del país. ¿Alteró cifras el joven galeno?
Salvo en ese aspecto –hay que reconocerlo- Nayarit sale muy bien librado en esa investigación semestral. Por ejemplo, los pacientes solo tienen que esperar 31 minutos para ser atendidos por su médico, el tiempo de espera más bajo del país, pues la media nacional anda en los 52 minutos y hay entidades en donde los pobres enfermos deben esperar estoicamente una hora con 18 minutos.

Nos leemos mañana.