Hará más de 20 años cuando lo empecé a tratar. Yo sabía quién era y cuál su peso en la entidad. Lo sorprendente del caso fue que él me ubicara perfectamente.
Cuando nos saludábamos me invitaba a escribir en su periódico Meridiano. Hace 2 décadas publiqué mi primer artículo en este medio, en marzo del 90, con motivo del día internacional de la mujer. Conservo esa edición aún.
Me impresionó siempre su tendencia a la afitrionía. A los saludos respetuosos precedía una invitación a tomar café, o a desayunar. Decliné siempre; creía que eran gestos de cortesía, pues ¿de qué podía hablar un simple estudiante de Derecho con un hombre cuyos espacios de agenda eran buscados afanosamente por políticos, empresarios y funcionarios?
UN HOMBRE POLIFACÉTICO
En alguna ocasión protagonizó una elocuente disertación sobre temas filosóficos, durante un desayuno que el extinto Wenceslao Sandoval le ofreció en el también extitnto restaurant La Yesca a mi compañero de aula Jorge Alberto Contreras. Poco a poco fui componiendo las piezas de un rompecabezas que me dejaba siempre inquieto. Un galeno, periodista, con gusto por la historia contemporánea y las corrientes filosóficas.
Nuestra primer gran charla se dio sin cita previa. Un sábado de verano en las oficinas de la calle Zapata, tras una entrevista que me hizo Raúl Rosales para un suplemento político. Alguien llegó a obsequiarle una botella de cognac –creo Tito Ceja- y de inmediato ordenó que se abriera. Escanciamos el licor hasta que se acabó, por ahí de la media noche. Me platicó parte de su vida y yo la mía, y encontré un paralelismo sorprendente: Tuvimos adolescencias atípicas, yo porque prolongué de más mi infancia y él debido a que se convirtió en un adulto precoz, de ideas socialistas. Ambos nos saltamos alguna etapa formativa, pero supimos compensar a tiempo.
GOLF, VIAJES, CAFÉ, COCTELES…
Después del 2002 tuve la suerte de convivir mucho con él y su familia. Estuvo en mis cumpleaños, y yo en los de él. Un mar de amigos en común. Él y Ney González nos dieron las primeras clases de golf a mí y a Jorge Aníbal Montenegro en julio del 2003. Fuimos un foursome divertido durante varios meses. Creo que la última vez que jugamos fue el 31 de julio del 2005 –Ney me recordó la fecha durante la CONAGO de Nuevo Vallarta-.
En alguna ocasión me citó a su casa un domingo en la madrugada, me pidió que llevara pasaporte y visa. No me quiso decir el destino. Con su familia y varios amigos nos llevó de viaje sorpresa a Nueva York, para las fiestas patrias del 2003. Hicimos un buen equipo de turistas. Un par de meses después hicimos un nuevo tour. “Te voy a llevar a una ciudad que es para gente como tú”, me dijo, y volamos a Las Vegas. 2 meses más y comandó otra expedición a La Habana.
Desde entonces tuvimos muchas tardes de cine, otras de café, y varias –dijera Jorge Enrique González- de cocteles. Ni en mis épocas de vacas flacas, ni en mis momentos de abundancia permitió que pagara una cuenta. El intento de sacar mi cartera se convirtió en un ritual clásico.
LA GRATITUD
Cuando no está él solemos –Oscar y Toño Herrera, Jorge Montenegro, Memo Aguirre, Jorge Montenegro, entre otros- comentar más de alguna anécdota sobre su generosidad y su buen humor. Yo repito mucho la de aquella vez que le obsequié medio litro de nieve de nanchi una tarde de verano ardiente en Tepic. Su Frigo bar estaba repleto. Había que hacerle lugar al helado. Sacó 2 cajas de puros –unos churchills de Romeo y Julieta y unos espléndidos de Cohiba- y sin chistar me ordenó “llévatelos, son tuyos”.
Seguramente Jorge Aníbal recordará la vez que recibió una colección impresionante de palos de golf. Casi 50 bastones en total. “Se podían armar 4 equipos distintos”, suele explicar.
En pago a su generosidad he intentado ser detallista. En alguna tertulia en el Café Luna me dijo que deseaba conseguir una película, “La Guerra y la Paz”. –Me la pone fácil mi doc, esa en cualquier tienda la venden-, me jacté. “No, no hablo del filme con Henry Fonda, me refiero a la versión rusa”, explicó con nostalgia. No fue fácil la tarea. Él deseaba ver, ni más ni menos, que la ganadora del Óscar a la mejor película extranjera en 1968, dirigida por Sergio Bondarchuk, de más de 5 horas de duración. Llevé a cabo una pesquisa intensa. Finalmente la localicé en España, en formato PAL –europeo-, no apta para los DVD región 1 y 4. Me la enviaron por paquetería y ufano se la obsequié después de 3 o 4 días. Por alguna razón que tiene que ver con la gratitud, me sentí feliz de habérsela conseguido.
No puedo platicar la manera en la que alguna vez Jorge Montenegro también quiso corresponder a la esplendidez de nuestro amigo y mecenas. Pero algún día la narraré, ya que prescriban ciertos ilícitos…
En algún momento de dificultad reciente me dijo “usa las páginas de Meridiano de tal forma que logres lo que buscas”. Sabía que para mis propósitos era fundamental mantenerme vigente. Sin que yo se lo pidiera, fue empático con mi circunstancia.
Hoy, una vez más, como cientos de veces lo he hecho, compartiré el pan y la sal con él y su muy apreciable familia. “Me querido doctor, feliz cumpleaños”, le diré a José Luis David Alfaro con quien todavía tengo muchas anécdotas por construir.
Larga vida a él y los suyos.
DE BUENA FUENTE: Las medidas de seguridad que tomará la UAN a partir del próximo ciclo escolar demuestran que el rector Juan López Salazar sabe reaccionar bien ante los clamores de la comunidad universitaria.
Está proyectado bardear el perímetro del campus, implantar el acceso controlado de vehículos y credencializar a estudiantes, trabajadores y docentes con código de barras.