Un conocedor de temas empresariales, Fernando Brahms, me dijo hace poco
durante una Expo dedicada al Turismo en Puerto Vallarta: “Nos hace falta
construir una marca, la marca Nayarit”.
Recién recordé sus palabras ayer, al leer sobre el
gran recibimiento que le han dado en el Museo Smithsonian de Washington al Vochol,
ese Volkswagen sedán del 98 recubierto de chaquira por artesanos indígenas. “El
carro más sorprendente que jamás manejarás”, tituló la revista Forbes. Una obra de arte con sello
nayarita.
Pronto el Vochol irá a París y a Berlín, a cautivar a
las masas europeas. Y los nayaritas nos quedaremos aquí, esperando –como hemos
esperado desde hace décadas- a que algo extraordinario pase y nos ponga en el
mapa del mundo para que lleguen inversiones, desarrollo y empleos.
El Vochol fue una magnífica ocurrencia, un invento
genial, un ícono de la irreverencia. Transmite muchos mensajes, pero el común
denominador es la idea de hacer algo diferente.
Creo que si fuimos capaces de participar en el
proyecto Vochol, bien podríamos secundar esa experiencia. Hagamos otro Vochol
que también le de la vuelta al mundo, pero de poniente a oriente, que de San
Francisco viaje a Tokio y de ahí a Roma, o algo así. Claro, hablo en sentido
figurado.
Tristemente pasa que los nayaritas tenemos el
sentido de la oportunidad escasamente desarrollado. Creo que no sabemos
aprovechar condiciones para crear marca, para generar sentimientos de orgullo
natos, justificados, masivos.
Me gusta que Roberto
Sandoval haya sustentado el eslogan sexenal en base al concepto del
orgullo; es un primer paso para construir acciones trascendentes. Creo que es
tarea de su gabinete desdoblar esa idea. Si la gente del gobernador no entiende
que el 3 de julio pasado la gente votó por un cambio real (más allá de
las siglas partidistas) entonces podremos irnos encontrando con escenarios de
desencanto, algo que ninguna autoridad quiere en un año electoral.
Las noticias locales, empero, a veces no son
detonantes del orgullo del eslogan. Leo que –por ejemplo- en la Secretaría de
Cultura la titular le dio un nombramiento a una de sus tías. O que ninguno de
los museos locales abrió el lunes, día feriado. Ese tipo de datos también son procesados
por el consumidor de noticias y se ponen en la balanza junto con las buenas
nuevas, como la que anunció ayer el subprocurador Edgar Veytia, para resolver en 48 horas a lo sumo el asesinato de
los jóvenes universitarios.
El lunes se cumplieron 6 meses de la administración
de Roberto Sandoval, y honestamente
me parece que necesitan trabajar más en mostrar esa diferencia respecto del
sexenio previo. No por una cuestión de imagen, ni por rentabilidad electoral,
sino para inyectar algo de esperanzas a los nayaritas.
Vivimos en un estado presupuestívoro (Ernesto Acero dixit), somos todos
–burócratas y empleados del sector privado- una obesa fuerza centrífuga en
torno a ese eje siempre insuficiente llamado presupuesto de egresos.
Si viviéramos en Monterrey, Tijuana, León o Puebla,
quizá apelaríamos a líderes empresariales o dirigentes ciudadanos para trabajar
en el concepto del orgullo de los autóctonos.
Pero en Nayarit, guste o nó, ese rol está endosado a
las autoridades. Y ellos deben ser los primeros productores de acciones y
decisiones que fortalezcan el orgullo por la tierra. Y si de ellos surge la
idea de hace otro Vochol, o cualquier otro proyecto gigante y extraordinario,
será aplaudida por muchos de nosotros.
DE BUENA FUENTE: Y Manuel Narváez sigue sin aparecer
en la escena pública. El exlíder de la 29 Legislatura quizá esté comprendiendo
por fin que su corresponsabilidad en el actual de estado de cosas de las
finanzas estatales es muy alta, y que hay un entorno social que censuraría hoy
cualquier decisión partidista o administrativa en su favor.
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