En mi
infancia fui un tenaz jugador de futbol, con muy discutibles cualidades
técnicas y un físico que me envidiarían los tacles del futbol americano. Sufría
cuando a la hora del recreo se armaban escuadras bajo el riguroso criterio del
desempeño. Los capitanes se alternaban la elección de sus gladiadores. Los
habilidosos primero; al último los más limitados. Creo recordar a Víctor Manuel Benítez y a Fernando Silva Pimienta en esa labor.
Usualmente
o no me escogían –y me sentabaa ver la de gajos rodar de lejos- o era una
elección forzosa para completar el cuadro. El balón llegaba a mis pies de
rebote, no porque mis compañeros me tuvieran en su teodolito. Tampoco me
asignaban una parcela a cuidar en la cancha. Así que me movía libremente por
todas las praderas tras un inalcanzable balón de cuero.
Años
después no tuve problema para ser reclutado en los equipos juveniles. Si bien
mis pies seguían sin desarrollar la destreza de mis ídolos –Platiní, Zico, Hugo, Diego, nomás-, mis
87 kilos constituían una aduana difícil en la defensa central. Además, tenía
esa potencia en la diestra para mandar la redonda a territorio enemigo sin
esfuerzo.
Mi
dieta rica en proteínas y grasas –además de los imperativos cromosomáticos-
hicieron por mí lo que no pudieron mis intentos de regates o mis esforzadísimos
desplazamientos (recorría los 50
metros en cosa de medio minuto). Fui titular sin
problema todos los fines de semana en el Manchester United de la categoría
“juvenil especial”, del 86 al 87.
En
deporte o en política el reclutamiento –el draft le llaman ahora en futbol- es
un buen complemento a la formación de cuadros o a la operación de fuerzas
básicas. No pocas veces, incluso, sustituye la ausencia de buenas
generaciones de debutantes jugadores o políticos.
DOS
PIEZAS ESTRATÉGICAS EN EL III DISTRITO
Recientemente
hubo dos reclutamientos que apuntan a fortalecer al PRI en el tercer
distrito electoral. El alcalde de Bahía, Rafael Cervantes y el exalcalde
de Ixtlán Héctor Javier Sánchez Fletes “Managüito”. Ambos son populares
y además de los efectos concretos en la urna, ayudan a consolidar una imagen de
inclusión que el partido tricolor no solía tener.
Hace
casi 20 años, una activa dama tepicense, María Eugenia Jiménez, llegó al
PRI para ofrecerse a colaborar en temas ambientales. Para su interlocutor de
entonces fue como hablarle de danza birmana o gastronomía marroquí. Ni el PRI
de entonces pensaba en refrescar su membresía, ni los asuntos de la biósfera
estaban en sus pendientes.
Poco
tiempo después, ella encontró cabida en otro partido. Consiguió muchos votos
para llevar a Tino Ávila a la alcaldía de Tepic en el 99 y en 2006 le
arrebató al PRI la diputación federal en la demarcación capitalina.
Parece
que la elección fue bien aprendida.
El
PRI quedó en estado catatónico en 2011 tras 6 años de hegemonía implacable en
el sexenio de Ney González. Por eso no es malo pensar en aplicar la
variante del reclutamiento.
Claro,
lo idóneo es que el PRI vuelva a funcionar como verdadero partido político,
como sucedió hasta 2005. Que produzca nuevos cuadros, que adoctrine, que se
vincule a las nuevas causas, que sea incluyente, que sepa compensar y
recompensar, que piense en plural, que deje los monólogos, que construya
alianza y camine sobre pactos y acuerdos internos, mas allá del entusiasmo de
sus huestes juveniles buenas para echar porras –lo cual no es malo, siempre se
necesitan esos detalles para dar color a los mítines-. Tiene tarea pues don Juan
Carlos Ríos Lara, el hombre de los atuendos formales.
Lo
que muchos se preguntan es ¿Y a quién va a reclutar el PRI en el segundo
distrito electoral para apoyar los afanes de Roy Gómez?
DE BUENA FUENTE: El diario REFORMA de circulación nacional divulgó
ayer que una empresa inmobiliaria,
presuntamente fue estafada con más de 12 millones de dólares, denunció que Román Rafael González Momita,
magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Nayarit (TSJ), presionó a un
juez para que liberara a los supuestos defraudadores. Gerardo Nájera, apoderado legal del Consorcio Rofi, aseguró que
antes de ser magistrado, González Momita
era el abogado del presunto defraudador Aníbal
Alejandro Pedrero Loaiza, acusado de vender dos veces un terreno en la
Riviera Nayarit donde actualmente se encuentra el Hotel Riu Imperial. Afirmó
que cuando llegó una apelación sobre este caso al Tribunal, González no se excusó y fueron los
denunciantes quienes le obligaron a rechazarlo, por haber defendido al
inculpado y para evitar un conflicto de interés. Grave, verdaderamente grave el
asunto. Se antoja –de menos- que la 29 Legislatura conforme una Comisión
Especial que investigue oficiosamente la denuncia publicada en la página 13 de
ese rotativo.
Twitter: @ehq