viernes, 25 de febrero de 2011

Cambio de sexenio, cambio de estilo

Quien gane las elecciones el 3 de julio, incluso si es el candidato del PRI, deberá entender que el actual esquema de gobierno no aguanta ya otro sexenio. Forzosamente deberá desmontar la estructura legal vigente y dar paso a modificaciones sustanciales que permitan a los nayaritas participar de mejor forma en todo el ejercicio del poder público.

Hasta hoy, la simulación ha sido la constante. Si revisamos con lupa el marco legal veremos que hay permiso para que la autoridad pueda incluso darle la espalda a los gobernados sin que corra el riesgo de ser sancionado. La única condena viable es el escarnio público… y el voto en contra.

Ciertamente el gobernador Ney González dio un paso importante para empoderar al ciudadano al establecer el plebiscito, el referéndum y la iniciativa popular en la ley. Corresponderá a la nueva administración cosechar las utilidades de esta reforma al instrumentarla.

Sin caer en el exceso de pedir que se ponga fin al Estado cleptocrático, los candidatos deben reparar en la confirmación del agotamiento del sistema actual. Estamos en la antesala de la consolidación de la alternancia. En el 99 el PRI entregó el poder: en 2005 lo recuperó; y en 2011 si es que no lo entrega, cuando menos las encuestas ya confirman un fuerte apetito por que lleguen nuevos rostros a implementar nuevos estilos al gobierno.

ALTERNANCIA, ENRAIZADA EN LOS NAYARITAS

En 2008 hubo un dato que ha pasado desapercibido por muchos. La mitad de los Ayuntamientos fueron a parar a manos de políticos opositores. Es decir, el ingrediente de inconformidad con la gestión municipal se hizo presente en los comicios intermedios.

Aceptémoslo. Estamos siendo mal gobernados. Muchas de las decisiones tomadas por las autoridades son posibles en función de la poca participación social en asuntos oficiales, en una muy endeble transparencia y en el adocenamiento de instituciones equilibradoras de los excesos del poder, en especial, el Congreso local.

Hay un hartazgo atípico en los nayaritas. Siendo la nuestra una entidad presupuestívora, la sociedad peca de prudente con tal de conservar las fuentes de empleo directas o indirectas que gravitan en el erario. No hay mítines ni marchas, tampoco secciones de “palabra del lector” en los medios.

La Web 2.0 vino a ser una válvula de escape para ese ambiente de opresión para burócratas, proveedores y familiares de unos y otros. Es cómodo manifestar inconformidad sin arriesgar el pellejo y sin salir de casa. Y es una vitrina donde los contenidos suelen ser diversos a los que se consume en medios tradicionales. Para mí las redes sociales son un termómetro muy válido de cómo va a actuar el ciudadano en la intimidad de la urna el 3 de julio.

REDES SOCIALES: VENTANA AL CREDO DE LOS NAYARITAS

El mundo virtual nos permite –nicho de oportunidad para los gobernantes y políticos- conocer los criterios que la gente maneja en sus foros privados. Lo que la gente expresa en Facebook o Twitter es el mismo enfoque con que suele criticar o elogiar en las sobremesas familiares o las tertulias con los amigos.

La gente se enoja cuando la información le llega de rebote y no directamente. Los rumores en la red –confirmados o nó- taladran el credo de los internautas, luego viajan por celular, y finalmente son la comidilla de todos.

La agenda del gabinete y de los diputados debe ser socializada a priori, sin que media una solicitud de información o los cuestionamientos de los periodistas. El número de basificados, el costo de la deuda, los nombramientos y renuncias, los viajes oficiales, las compras, es decir, todo, debe gestionarse incluyendo al sentir social.

Si los gobernados infieren –así sea una deducción errónea- que existen temas ocultos a sus ojos en el grupo gobernante, le retirarán su apoyo legitimador y, en la primera oportunidad, se lo cobrarán en las urnas.

Si yo fuera político, una ojeadas a las redes sociales me bastaría para entender que en septiembre próximo debe iniciar un proceso de reingeniería. Una refundación casi. No exagero.

DE BUENA FUENTE: Cambio de mando en la zona naval de San Blas. La marisquiza promete, aseguran.