lunes, 7 de junio de 2010

Federico González Gallo, dos lecciones

El nombre de Federico González Gallo se escuchó siempre en mi casa. Conocí su historia, primero. Y en diversas tertulias lo conocí bien. No dejo de evocarlo en un destartalado Volkswagen sedán color rojo que solía conducir hasta hace poco. Un hombre de los que no hay ya. Desde ayer, descansa en paz.
Dos lecciones importantes deja su vida. Creo importante socializarlas. La primera es su capacidad de disociar al rol de la persona. Durante mucho tiempo, él y Liberato Montenegro Villa fueron feroces adversarios en la época en que el segundo le arrebató al primero el control político de la sección 20 del SNTE, allá por 1970.

UN HOMBRE QUE SUPO CERRAR CICLOS
En un reportaje publicado en La Jornada hace 11 años, Alberto Aguirre publicó: “Liberato regresó a Nayarit protegido por Severiano Oceguera, uno de los líderes históricos del magisterio nayarita. Lo enviaron a Ixtlán del Río (entonces segunda ciudad en importancia de la entidad), donde rápidamente construyó su imperio. Para lograrlo tuvo que enfrentar al entonces cacique Federico González Gallo, quien enviaba brigadas de jóvenes maestros a recorrer la zona y acusar a Liberato de vender el movimiento juvenil.
Fue una temporada de sangre. Muchos de los brigadistas que González Gallo envió recibieron palizas y aparecieron tirados en las calles de Ixtlán.
En 1970, la fuerza que Liberato había construido en Ixtlán fue fundamental para que el grupo Unidad Magisterial le arrebatara el control de la sección 20 a González Gallo”.
Pese a esos antecedentes de lucha cruenta, Federico y Liberato –dialécticos ambos- supieron dar por finalizados los ciclos que protagonizaron. Dieron paso a una amistad que prevaleció durante años. Varias veces los vi charlar, brindar y cantar. Igualmente pasó entre Federico y don Emilio M. González; adversarios en una época, hombres que dejaron atrás sus diferencias en otra y no se regatearon elogios mutuos.

LA AUSTERIDAD, OTRA DE SUS CUALIDADES
La otra lección que me queda es la de un hombre austero, sin mayores ambiciones materiales. Vivió con modestia y se despidió del mundo sin mayor patrimonio que el que pudo conformar con sus percepciones.
Destaco esta parte del credo juarista de don Fede, pues él y muchos de esa generación, desdeñaron siempre el aliciente de la ganancia ilegítima, de los estipendios inmorales.
Hoy, la política nayarita está contaminada de funcionarios hambrientos de acumular capital. La ética ha sido hecha a un lado para dar paso a un ejercicio lleno de desdoro. Las peticiones de diezmos y la presunción del peculado son gestos comunes y corrientes.
Así pues, habrá muchos motivos para recordar a don Federico, pues la realidad nayarita es rica en malos ejemplos, en antivalores.
Cada vez que sigamos viendo casos reprobables de autismo político, cada vez que los personajes locales insistan en ver conspiraciones y en creer la existencia de enemigos, recordaré a don Fede, el amigo de Liberato y don Emilio.
Y cada vez que sepa una historia más de Secretarios de despacho que presumen su colección de motocicletas, de funcionarios que estrenan casa en la playa, de políticos que crecen exponencialmente su patrimonio, evocaré al austero maestro González Gallo y su Volkswagen deteriorado.
Hay una tercer lección, entre muchas otras que dejaré para después: Don Federico logró ser diputado local sólo hasta los 79 años de edad, tras una larga lucha de gestas sindicales y políticas. Hoy, al amparo de la endogamia, cualquiera es regidor o diputado.
Ah, y –tal como lo desliza el maestro Octavio Camelo Romero-, el mensaje de solidaridad gremial que siempre tuvo don Federico, un hombre con conciencia de clase, sobre todo por su adhesión a la causa ferrocarrilera.

DE BUENA FUENTE: Arrecia el “fuego amigo” contra Griselda Esparza, Presidenta del PRI. Al margen de las motivaciones de los de casa para tundirle, queda claro que a la arquitecto le gana la querencia en su nuevo cargo, pues no pocas veces su discurso se muestra más como el de una servidora pública agradecida con el patrón que el de una operadora de la unidad partidista.