lunes, 6 de diciembre de 2010

Nayarit bipolar

No conozco los motivos sicológicos que llevan a una persona a repeler cualquier crítica. Alguna explicación profesional debe haber.
Lo que sí conozco con certeza es el desastre que comúnmente se gesta con la persistencia en el error, con la resistencia a rectificar.
Nuestro entorno es rico en ejemplos de petrificación de criterios y acciones. Hay personajes que no admiten el error. No se deciden a dar un golpe de timón, aunque sepan que algo anda mal.
He visto cuando basta el halago de un fidelizado para -inductivamente- colegir que el rumbo es el indicado. Las encuestas con datos dolorosos, todas sin excepción, están mal hechas.
Las críticas tienen motivos que las deslegitiman. O están contaminadas por la política o la animadversión. En sentido contrario, sólo en el elogio y el aplauso hay objetividad.
Las expresiones de descontento están ayunas de razón.
No sé por qué a los políticos nayaritas les cuesta tanto trabajo rectificar. Entiendo que hay una tendencia cultural local a procesar como debilidad el hecho de concederle razón a alguien ajeno.

ENCUESTAS DEFECTUOSAS; CRITICAS DESLEGITIMADAS
Recientemente conocí resultados de encuestas y contrastan notablemente con los números que leen los políticos en "sus" encuestas. ¿Qué acaso Nayarit es un estado bipolar? ¿Vivimos dos realidades simultáneas entonces?
Es muy común -y significativo- que los políticos censuren en redes sociales a sus críticos. Los desaparecen del mapa, virtualmente, obvio. Creo que algo similar pasa cuando surge un dato "non grato". No lo ven. Miopía súbita (y comodina).
En septiembre El Universal divulgó los resultados de una encuesta telefónica a 600 nayaritas. La mitad de ellos desaprobaron la gestión sexenal, contra un 46 por ciento que la aprobó. Salvo el gobernador Ney González -quien sugirió perfeccionar el ejercicio incorporando a los usuarios de telefonía celular-, ninguna otra autoridad comentó las cifras.
La semana pasada INEGI circuló su encuesta nacional sobre inseguridad, que retrata el clima que se percibe en Nayarit: 68 de cada 100 habitantes calificaron a nuestra entidad como insegura.
Siendo la seguridad pública el "tema de temas" nacional y local, es momento que ningún funcionario ha dicho media palabra sobre la percepción fotografiada por los encuestadores de INEGI.
Si las malas noticias no merecen la atención de los políticos y servidores públicos es que andamos mal: unos viven en su Disneylandia eterna; otros toreamos la realidad juarista que nos rodea. Y no lo digo por el benemérito.
El caso es que los errores son la constante en los poderes públicos, pero sólo unos cuantos los vemos. La alta burocracia -esa que prepara el informe- no quiere saber ni comentar malas noticias.
Que vivan felices en "su" Nayarit. Algún día -como Jorge Enrique González- estudiaré sicología y comprenderé las razones que motivan a las autoridades perfectas.

DE BUENA FUENTE: La crítica del gobierno norteamericano al CISEN es válida para los sistemas de información política estatales. Aquí, por ejemplo, el chisme y el mitote tienen una jerarquía que asustaría al mismo William Colby.