"Lo hacemos bien, pero lo comunicamos mal" es una frase de FELIPE GONZALEZ, el expresidente español, que explica lo que les pasa a no pocos hombres y mujeres públicas de Nayarit cuyo capital político no alcanza para protagonizar retos electorales. Son funcionarios o políticos de agendas siempre llenas, operadores de acciones generalmente benéficas para la población. Ni se les puede acusar de flojos, ni de enemigos del progreso. Si, pero de ahí a que sean figuras populares o perfiles atractivos para las justas electorales hay mucho trecho. Ellos creen que lo hacen bien. En sus partidos políticos nadie les dice lo contrario.
UN INTENTO DE EXPLICACION
Está claro que la alternancia ha obligado a los partidos -por la vía amarga del ensayo y error- a repensar los perfiles para la competencia electoral. Aunque a veces les gana la inercia -sobre todo al PRI- de decidir con criterios de cuotas, de equilibrios internos o incluso de terceros en discordia. Esta dinámica hace que los partidos en tiempos no electorales realicen una actividad mínima. Arrancan las campañas con candidatos desconocidos y francamente le apuestan al "voto duro" y a que el electorado "switcher" les haga el favor de elegir a sus abanderados. Ni el PRI, ni el PRD, ni el PAN hacen algo para crear figuras. Se antoja suicida que se la jueguen así. Salvo en campaña, cuando sus expertos nacionales o los consultores externos contratados particularmente por los candidatos orientan profesionalmente, los partidos normalmente dan la espalda a las reglas que sustentan los triunfos electorales. Es decir, aplican markenting político emergente, para gestarles popularidad de probeta a los candidatos designados por consenso.
Porqué ese gusto por el riesgo? Porqué no resuelven esas crisis de popularidad que se presenta en cada comicio? Porqué no hacen un trabajo de imagen en tiempos no electorales?
Las campañas políticas se han modernizado; la gestión de los partidos en tiempos no comiciales, aún no.
DE BUENA FUENTE: ¿Qué tan grande es la deuda pública de nuestra entidad? Veamos. Las obligaciones financieras de los 31 estados y el DF equivalen en promedio a un 48.4% de las participaciones federales. Nayarit está por debajo de ese promedio, pues la relación entre el tamaño de su deuda y sus ingresos provenientes de la Federación es de apenas un 33 por ciento. No veo razones para preocuparse.