jueves, 26 de enero de 2012

Una anécdota del 94


A principios del 94 la clase política nayarita se cimbró al conocer los nombres de quiénes fueron ungidos candidatos a senadores por el PRI: el general Álvaro Vallarta Ceceña (QEPD) y el economista José Luis Medina Aguiar.
Muchos hombres y mujeres ligadas a la política local se extrañaron. No los conocían. A diferencia de otros actores locales, como Félix Torres, José Manuel Rivas, Antonio Echevarría, Alejandro Rivas o Lucas Vallarta, los recién designados no gozaban de la misma popularidad.
El día de la recepción de los candidatos en el aeropuerto de Pantanal, la dirigente del Movimiento Territorial Patricia Castillo ejemplificó muy bien la circunstancia que vivían los compañeros de fórmula; se adelantó al contingente de fuerzas vivas del tricolor –matracas y pancartas en mano- y extendió su diestra a un hombre moreno, delgado y de lentes: “Bienvenido General”. Cortés, el recién llegado agradeció la calidez del saludo, pero aclaró de buen humor: -El General es él, yo soy José Luis Medina-.

“UN PLACER CONOCERLE”
El propio Medina, años después, me narró un interesantísimo detalle sobre su nominación. Cuando la dirigencia nacional le confirmó que él y el general Vallarta serían candidatos, de inmediato buscó con sus contactos el teléfono del militar. En cosa de minutos estaban platicando. “Oiga General, pues ya que vamos a andar muchos días juntos en campaña, qué le parece si nos vamos conociendo”, le propuso. –Claro que si, qué le parece si vamos a cenar hoy mismo-, replicó el santiaguense.
En la charla telefónica ambos indicaron su ubicación y acordaron verse en un restaurant que quedaba en un punto intermedio. Medina Aguiar reflexionó que sería algo molesto tener que estar recorriendo las mesas para dar con su interlocutor de esa noche. Entonces decidió llegar antes al lugar del encuentro para que la pesquisa recayera en el General.
Para fortuna de ambos, Medina era la única persona sentada sola en una mesa. Fue fácil para el General Vallarta saber quién era su compañero de fórmula. Esa noche se conocieron. Nunca antes en sus vidas habían cruzado palabra.
Eso fue en el 94. Por alguna razón recordé la anécdota y quise compartirla con ustedes.
En esa ocasión el “efecto Colosio” llevó miles de votos a favor del PRI a las urnas. Algo parecido a lo que puede suceder este 2012 con Enrique Peña Nieto. Es una apuesta arriesgada. Antes funcionó. Esta vez… puede que también funcione, pese a que las encuestas dibujan el altísimo riesgo de hacerlo así.

DE BUENA FUENTE: Será hasta el martes 7 de febrero y no mañana viernes, cuando el PRI abra el registro de aspirantes a precandidatos a diputados federales. La medida es oxígeno puro para los políticos de probeta que están en fase intensa de proselitismo para que la gente –cuando menos- los reconozca en la calle.
Parece que la dirigencia estatal del PRI confía bastante en el efecto que Peña Nieto tendrá en los votantes, pues no se explica de otra forma la aparente decisión de poner en las boletas a elementos con endeble popularidad.

Twitter: @ehq

1 comentario:

Anónimo dijo...

Respetable Enrique, la popularidad endeble es un término relativo, si ustes se refiera a popularidad el que conzcan el nombre de alguien, estaría equivocado. Mucha gente conocía el nombre de Amado Rubio y sin embargo perdió ante el desconocido nombre de Héctor González Curiel, de quien la gente solo sabía era "El Toro". Por otra parte, si se refiere a políticos experimentados, tal vez se refiera a Efren Velázquez a a Sandoval Pasos, nombres tal vez conocidos pero no populares. Creo deben ser más profundos sus análisis sobre el tema de políticos de probeta. Saludos.