Voz a la burocracia
Muy temprano encendí la radio para escuchar noticias locales y hacer más llevadero mi tránsito por la autopista. Un desfile de burócratas de todo Nayarit fueron entrevistados para comentar acciones institucionales. Muchos de ellos hablaron largamente provocando peligrosos bostezos en un servidor. “Estos deberían saber que los radioescuchas agradecemos la brevedad”, pensé, cuando en varios minutos soltaban un informe que en realidad podía haberse sintetizado en segundos.
Me enteré de temas que podrían ser importantes para la gente de algunas comunidades, pero que francamente no eran de mi interés. Maldije el momento en que por privilegiar el termo del café olvidé los CD con la música de mi preferencia.
Mi mente divagó por mil temas emergentes, ante la ineficacia de las ondas hertzianas para atrapar mi atención. Desde la posibilidad de que una mujer vuelva a dirigir la Comisión estatal de Derechos Humanos, hasta las combinaciones que se pueden dar en la fase final del futbol mexicano.
No supe en que momento, y a causa de la sonora interferencia, sintonicé otra estación de radio, pero tapatía. Igual transmitía noticias.
Desde el primer momento el reportero que transmitía al aire logró captar mi atención. Relataba con detalles el llanto de un joven conductor al encontrarse con sus afligidos padres. Por su impericia al volante había provocado un aparatoso accidente con un minibús.
Sagaz, el periodista entrevistaba testigos para construir una historia interesante sobre el suceso. En cabina el locutor le pedía detalles para enterar a la audiencia, y evitar que el caos vial creciera o afectara a los automovilistas que corrian ya –20 minutos antes de las 9- a sus centros de trabajo.
Al dar las coordenadas del hecho sugirieron rutas alternas. “Ah carajo, por ahi voy a pasar”, dije. Opté por cambiar de ruta para no tener los contratiempos que padecían ya muchos vehículos.
“Si en lugar de reportar hechos que le interesen al ciudadano estuvieran entrevistando burócratas, ahí andaría yo atorado, primero, y estaría escuchando música en alguna estación de FM”, reflexioné.
El caso es que nunca bajó mi interés por el noticiero tapatío, a pesar de transmitirse en amplitud modulada. Ni tampoco provocó bostezo alguno. Fórmula sencilla, darle voz a los ciudadanos.
DE BUENA FUENTE: Aún no se definen los relevos en la Comisión estatal de Derechos Humanos y el Órgano de Fiscalización, cuando no pocos abogados voltean a ver ya al Tribunal de Justicia Administrativa, donde ya dos magistrados le mandaron decir a los diputados si quieren o no ser ratificados en enero.
Me enteré de temas que podrían ser importantes para la gente de algunas comunidades, pero que francamente no eran de mi interés. Maldije el momento en que por privilegiar el termo del café olvidé los CD con la música de mi preferencia.
Mi mente divagó por mil temas emergentes, ante la ineficacia de las ondas hertzianas para atrapar mi atención. Desde la posibilidad de que una mujer vuelva a dirigir la Comisión estatal de Derechos Humanos, hasta las combinaciones que se pueden dar en la fase final del futbol mexicano.
No supe en que momento, y a causa de la sonora interferencia, sintonicé otra estación de radio, pero tapatía. Igual transmitía noticias.
Desde el primer momento el reportero que transmitía al aire logró captar mi atención. Relataba con detalles el llanto de un joven conductor al encontrarse con sus afligidos padres. Por su impericia al volante había provocado un aparatoso accidente con un minibús.
Sagaz, el periodista entrevistaba testigos para construir una historia interesante sobre el suceso. En cabina el locutor le pedía detalles para enterar a la audiencia, y evitar que el caos vial creciera o afectara a los automovilistas que corrian ya –20 minutos antes de las 9- a sus centros de trabajo.
Al dar las coordenadas del hecho sugirieron rutas alternas. “Ah carajo, por ahi voy a pasar”, dije. Opté por cambiar de ruta para no tener los contratiempos que padecían ya muchos vehículos.
“Si en lugar de reportar hechos que le interesen al ciudadano estuvieran entrevistando burócratas, ahí andaría yo atorado, primero, y estaría escuchando música en alguna estación de FM”, reflexioné.
El caso es que nunca bajó mi interés por el noticiero tapatío, a pesar de transmitirse en amplitud modulada. Ni tampoco provocó bostezo alguno. Fórmula sencilla, darle voz a los ciudadanos.
DE BUENA FUENTE: Aún no se definen los relevos en la Comisión estatal de Derechos Humanos y el Órgano de Fiscalización, cuando no pocos abogados voltean a ver ya al Tribunal de Justicia Administrativa, donde ya dos magistrados le mandaron decir a los diputados si quieren o no ser ratificados en enero.