Nayarit vive
la "cruda" de la borrachera sexenal. El frenesí del gasto sin límites
está mostrando apenas hoy todo su impacto. Medios y redes sociales retratan el
clima de dificultad financiera para cubrir el pago a maestros,
burócratas y proveedores.
En el sector salud es más que evidente el rostro de caos. Mujeres que paren prácticamente de pie y padres que no encuentran vacunas para sus menores. No pocos creen que hace falta un Miguel Ángel Navarro Quintero -es decir, alguien con su perfil profesional- para rescatar de los escombros al sistema que alguna vez fue orgullo local.
La gravedad de la descomposición institucional se vive también en el sector educativo, y no se diga en las instancias de seguridad pública.
No pocos respiraron ayer satisfechos al saber que el PRI vetó a Ney González de llegar al Senado o a la Cámara de diputados por la ruta cómoda de la representación proporcional. Se cumplió pues un anhelo más o menos enraizado: desterrar a la Ola Roja de los espacios de participación política que ostentó -casi sin limitantes- durante 6 años.
Sin embargo, dado el tamaño del desquebrajamiento de la vida oficial que hoy padecemos los nayaritas, resulta incomprensible que las instituciones no hayan podido -al menos- comunicarnos a los ciudadanos que están haciendo las pesquisas para sancionar a las autoridades que abusaron del cargo y del erario.
De otras entidades nos llegan noticias de acciones oficiales -Procuradurías, Contralorías- que citan, giran órdenes de aprehensión o inhabilitan a exfuncionarios. Y cosechan el aplauso generalizado.
SANCIONES DEL TAMAÑO DEL CAOS
Aquí muchos esperan que ocurra el milagro, y que un día de estos nos despertemos con la buena nueva de que los íconos de la derroche y la corrupción del neycismo recibirán alguna de las sanciones previstas desde 1984 en el marco legal.
Si desde tiempos inmemoriales el castigo al crimen se procesa con algarabía popular, no me explico por qué a nivel local estamos pagando el costo de oportunidad de no estar enviando señales de legalidad y de rechazo a la impunidad.
Será un error resolver los asuntos pendientes con la típica inercia priísta; es decir, sancionar con debilidad (apercibimientos, amonestaciones, multas o suspensiones) a funcionarios menores, sin tocar a los peces gordos.
El tamaño del caos se percibe, es evidente. Los daños colaterales rebasan la barrera sexenal. Y los nayaritas procesan que de ese mismo calado debe ser el castigo.
Por lo pronto, a 4 meses de las elecciones, convendría que se envíen ya esas señales que a nivel social aún no se decodifican, ya porque estén mal comunicadas, ya porque no existen; las señales de que rodarán cabezas.
Que no quede crimen sin castigo. No basta con cerrarle la puerta a la Ola Roja en el PRI. No basta.
DE BUENA FUENTE: Hombre inteligente, admirado y reconocido, el exsecretario general de gobierno de Ney González, el doctor Roberto Mejía, lanza un guiño de ojo al PRI al declararse militante de ese partido, más que de alguna otra corriente política (léase la Ola Roja). Ese tipo de perfiles, siempre caen bien en la esfera pública.
El galeno tiene un perfil conciliador que podría serle útil al PRI o a la actual Administración y -sobre todo- se vuelve mucho más atractivo ahora que parece marcar distancia de un grupo político que sufre escisiones y cuya imagen, a 10 años del 2002, sufre un desgaste descomunal.
Twitter: @ehq
En el sector salud es más que evidente el rostro de caos. Mujeres que paren prácticamente de pie y padres que no encuentran vacunas para sus menores. No pocos creen que hace falta un Miguel Ángel Navarro Quintero -es decir, alguien con su perfil profesional- para rescatar de los escombros al sistema que alguna vez fue orgullo local.
La gravedad de la descomposición institucional se vive también en el sector educativo, y no se diga en las instancias de seguridad pública.
No pocos respiraron ayer satisfechos al saber que el PRI vetó a Ney González de llegar al Senado o a la Cámara de diputados por la ruta cómoda de la representación proporcional. Se cumplió pues un anhelo más o menos enraizado: desterrar a la Ola Roja de los espacios de participación política que ostentó -casi sin limitantes- durante 6 años.
Sin embargo, dado el tamaño del desquebrajamiento de la vida oficial que hoy padecemos los nayaritas, resulta incomprensible que las instituciones no hayan podido -al menos- comunicarnos a los ciudadanos que están haciendo las pesquisas para sancionar a las autoridades que abusaron del cargo y del erario.
De otras entidades nos llegan noticias de acciones oficiales -Procuradurías, Contralorías- que citan, giran órdenes de aprehensión o inhabilitan a exfuncionarios. Y cosechan el aplauso generalizado.
SANCIONES DEL TAMAÑO DEL CAOS
Aquí muchos esperan que ocurra el milagro, y que un día de estos nos despertemos con la buena nueva de que los íconos de la derroche y la corrupción del neycismo recibirán alguna de las sanciones previstas desde 1984 en el marco legal.
Si desde tiempos inmemoriales el castigo al crimen se procesa con algarabía popular, no me explico por qué a nivel local estamos pagando el costo de oportunidad de no estar enviando señales de legalidad y de rechazo a la impunidad.
Será un error resolver los asuntos pendientes con la típica inercia priísta; es decir, sancionar con debilidad (apercibimientos, amonestaciones, multas o suspensiones) a funcionarios menores, sin tocar a los peces gordos.
El tamaño del caos se percibe, es evidente. Los daños colaterales rebasan la barrera sexenal. Y los nayaritas procesan que de ese mismo calado debe ser el castigo.
Por lo pronto, a 4 meses de las elecciones, convendría que se envíen ya esas señales que a nivel social aún no se decodifican, ya porque estén mal comunicadas, ya porque no existen; las señales de que rodarán cabezas.
Que no quede crimen sin castigo. No basta con cerrarle la puerta a la Ola Roja en el PRI. No basta.
DE BUENA FUENTE: Hombre inteligente, admirado y reconocido, el exsecretario general de gobierno de Ney González, el doctor Roberto Mejía, lanza un guiño de ojo al PRI al declararse militante de ese partido, más que de alguna otra corriente política (léase la Ola Roja). Ese tipo de perfiles, siempre caen bien en la esfera pública.
El galeno tiene un perfil conciliador que podría serle útil al PRI o a la actual Administración y -sobre todo- se vuelve mucho más atractivo ahora que parece marcar distancia de un grupo político que sufre escisiones y cuya imagen, a 10 años del 2002, sufre un desgaste descomunal.
Twitter: @ehq