Raro, pero frente a la crítica el PRI ha operado ajustes que le vienen bien. Digamos que es un control de daños que parece vital frente a las reacciones nada favorables de los últimos hechos.
Primero fue el líder parlamentario Manuel Narváez quien tuvo un par de entrevistas –a una estación radiofónica y a un portal de noticias- en donde aceptó su conducta inadecuada tras presentarse “enfiestado” a un evento partidista y generar molestia en un dirigente y 3 aspirantes a la gubernatura. Señaló que a todos los involucrados les ofreció disculpas. Hizo bien el diputado.
También, en un gesto plausible, la señora Sharo Mejía retiró desde el domingo en Facebook la carta en la que detalló los razonamientos por los cuales la estructura política denominada “ola roja” se decantó por apoyar a Roberto Sandoval y no a otros aspirantes, que generó polémica mayúscula, e incluso molestias en los cuarteles de los senadores Raúl Mejía –su hermano- y Gerardo Montenegro.
Y ayer, Roberto Sandoval emitió una interesante declaración que significa un afortunado viraje de 180 grados respecto al beneplácito que mostró con el discurso de la continuidad transexenal de los programas sociales vigentes. En conferencia de prensa adelantó que en caso de llegar a la gubernatura utilizaría el helicóptero para tareas de seguridad pública y no para su traslado personal.
¿QUIÉN PUEDE CONSTRUIR UNIDAD?
También ayer Julio Mondragón Peña se hizo presente en el edificio sede del PRI para entregar su informe de labores con el evidente fin de replicar con hechos la desafortunada adjetivación hecha por la presidenta del partido, Griselda Esparza, quien mostró su falta de tablas para sortear circunstancias que serán recurrentes de aquí al 3 de julio.
Y es ese punto donde no sabemos si Esparza operará una reacción que se antoja más que necesaria, pues hay quienes creen que los yerros cometidos por ella recientemente hacen inviable su permanencia al frente del PRI estatal.
Varias de las vacas sagradas del priísmo local aún no se reponen de la sopresa que les causó una pifia más de la arquitecta. El jueves –minutos después del zipizape con Julio Mondragón-, al finalizar el evento de unidad en el hotel Real de Don Juan, preguntó a los asistentes si alguien deseaba hacer uso de la palabra. Todos dijeron que no. “Caladitos se ven más bonitos”, soltó imprudentemente Griselda.
El exgobernador Rigoberto Ochoa, y los expresidentes del PRI estatal Lucas Vallarta y Salvador Sánchez Vázquez fueron –entre otros- los recipendarios de esa expresión majadera.
Quizá por el temor a que siga siendo patrocinadora de la confronta, gente cercana a Roberto Sandoval entiende que con ella cualquier diálogo cicatrizador puede no prosperar. De ahí que en diálogos laterales se gesten lluvias de ideas sobre perfiles emergentes que pudieran llegar al PRI con un rol arbitral verdadero, ante un escenario de “renuncia por enfermedad”, un clásico pues para sortear las rigideces estatutarias.
En circunstancias como las que dibujan las encuestas a veces se requieren sacrificios con fuerte valor simbólico. Griselda Esparza debe reaccionar ya recalibrando su discurso y, sobre todo, analizando que por su perfil, por sus filias, por sus lealtades, quizá es momento de dar pasos para coadyuvar a la unidad que el PRI requiere y que… nadie ve. Es decir, de entender que el momento reclama a un perfil distinto al frente del PRI.
De seguir como van las cosas, el 4 de julio será ella quien diga “lamentablemente los resultados no nos son favorables”.
DE BUENA FUENTE: En 18 días más