La
anécdota aquella en la que el gobernante prometió un puente sobre el río, para
luego agregar –tras la aclaración de la multitud sobre la inexistencia de algún
riachuelo en el pueblo- que también construiría un río, no es del todo
descabellada.
Hubo una
época en la que en materia de inversiones públicas, sólo la imaginación
de las autoridades era el límite. Ahora, vivimos las crudas de aquellas
borracheras.
Frente a
presupuestos limitados –como el de Nayarit, gracias a los excesos del neycismo-,
conviene que las organizaciones sociales modifiquen sus modelos de
gestión frente a la autoridad. No hay dinero que alcance para tanto problema en
nuestra realidad.
Digo lo
anterior por las recientes acciones de presión de Antorcha Campesina, una
organización surgida en 1974, precisamente en esos ayeres de derroche y
despilfarro.
O TODO O
NADA, LA DIVISA
Hace
algunos días le dí seguimiento a una declaración de su líder estatal Héctor Hugo Villegas, en la que se
quejaba de un presupuesto autorizado por el gobierno federal por 15 millones de
pesos no se había ejercido para construir una carretera al poblado de El
Cuarenteño. El recurso -aparentemente- fue conseguido por su organización.
Indagué en
varias dependencias y obtuve argumentos técnicos irrebatibles. Primeramente, la
postura de la SEMARNAT en defensa de la zona arbolada que tendría que ser deforestada
para construir la carretera. Jamás van a entregar un dictamen de impacto
ambiental favorable.
Después
conocí la explicación de los expertos locales en construcción de caminos: “Una carretera a El Cuarenteño, en donde
viven 683 personas según el censo del INEGI del 2010, no se justifica, pues los
indicadores establecen que en todo caso ahí se puede plantear una carretera
tipo D, es decir, en la que el tráfico promedio diario de vehículos sea de
entre 100 y 500, con un ancho de 6 metros ”.
La
disertación del experto fue clara: “Por
las condiciones topográficas, el ángulo de las curvas actuales, los desniveles
tan contrastantes en la ruta, lo recomendable es hacer un camino empedrado,
para evitar accidentes, pues un suelo que permita más velocidad sólo
significaría accidentes”.
Ni
siquiera tuve que pedir más explicaciones. Me adherí al criterio de los
entendidos en el tema.
Concluí
que la postura de Héctor Hugo Villegas
es radical: “O todo, o nada”. El quiere su carretera de 15 millones, es decir,
una inversión ruinosa, como se le conoce en el lenguaje de los
economistas.
HAY QUE
ENSEÑARLOS A CABILDEAR
No estaría
nada mal que el gobierno estatal subsidie no obras, sino la actualización en
las estrategias de varios gremios y colectivos locales que se quedaron anclados
en el pasado. Un taller de cabildeo, por ejemplo, no le vendría nada mal
a Antorcha Campesina, capítulo Nayarit.
De hecho,
cuando escucho al dirigente Villegas
hablar de su larguísima, interminable lista de gestiones fallidas (“…el
gobierno no cumple, bla, bla bla…”), pienso que debería buscar estrategias más eficaces
para obtener respuestas positivas del gabinete de Roberto Sandoval, pues aparentemente son más los asuntos no
resueltos que sus trámites exitosos.
En fín. El
pasado no se ha ido del todo. Ahí está Antorcha Campesina y sus rústicos
métodos de presión. Ahí está Héctor Hugo
Villegas y su estilo “Patria o Muerte”.
Ojalá que
los 683 vecinos de El Cuarenteño encuentren canales más modernos, más flexibles
para que les llegue un poco de justicia social. Su actual gestor busca más que
se cumplan sus caprichos que obtener las mejores soluciones factibles. Debería
saber que la política eso es: Conciliar lo deseable con lo posible.
DE BUENA FUENTE: Aseguran los
enterados que el gabinete no llegará tal y como ahora está integrado al 19 de
septiembre, fecha en que se cumple un año del inicio de la gestión del gobernador
Roberto Sandoval. Visto de fuera,
hay dependencias que operan sin creatividad, a la antigüita, sin capacidad para
duplicar o triplicar los escasos recursos disponibles. Varios relevos serían no
sólo justificados ampliamente por la sociedad, sino –incluso- hasta aplaudidos.
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@ehq