Le adjudican al abogado Pablo Macedo la frase “Con usted hasta la ignominia”. Hablaba a nombre de los “científicos” y, claro, se dirigía a Porfirio Díaz.
Durante años escuché recitarla en términos irónicos, en alusión a la adhesión interesada de muchos personajes públicos a los dictados de los mandatarios sexenales en México. Incuso, creo que algún despistado líder sindical la incluyó en algún discurso, hablando en serio.
Cada sexenio tiene este tipo de personajes que –con el lenguaje de los hechos- se convierten en lo que atinadamente mi compañero de páginas ha llamado los “hombres alfombra”. Seres que desde la conveniencia aplauden, lanzan confeti, ofrecen vítores al César en turno y no dudan en desenfundar su espada cuando un pelafustán eleva el tono de sus críticas a la autoridad.
Son ese tipo de personas las que respaldaron al “señor” aún en las peores pifias, ya en la matanza de Tlaltelolco o –en el caso nayarita- cuando se permitieron los arteros crímenes de los “zorros” contra los amotinados del CERESO.
MIEL EN EL TECLADO
No pierden oportunidad para delatar a los “enemigos del progreso”. Antes deslizaban su veneno al oído, o hacían llegar con los ujieres de Palacio sus tarjetas informativas. Hoy seguramente recurren al correo electrónico para pedir que caiga la guillotina sobre los “desleales”.
A diferencia de los buenos amigos, son incapaces de advertir el error o de dar un consejo que implique corregir. No. En el esquema mental de los “hombres alfombra” el jefe nunca se equivoca.
Hoy las redes sociales son una peculiar vitrina que nos permite ver la actuación de algunos fidelizados llevando su lealtad al extremo. Escurre miel en el teclado cuando postean sus loas al régimen.
Claro, es una forma de mantener la chamba o de mostrar su gratitud. En estricto sentido no son amigos del mandatario. Los amigos hablan con la verdad. No necesitan mostrar sus sólidos lazos afectivos de manera tan estridente como algunos internautas locales lo hacen en automático.
Los verdaderos amigos de Ney González o de cualquier gobernador suelen hacer observaciones tendientes a mejorar el desempeño personal o institucional, desinteresadamente.
Los otros, los porristas a sueldo, los compañeros coyunturales, sólo piensan en que sigan llegando las quincenas o –en el mejor de los casos- que se les conceda un incrementito.
Por cierto, el hombre de la frase célebre Pablo Macedo vivió en el exilio. Dejó México y murió de neumonía en Madrid. Sólo, quizá sin amigos, aunque imagino que con las alforjas llenas.
DE BUENA FUENTE: Buen cabildeo hizo ayer Ney González en San Lázaro donde coincidió con los gobernadores de Yucatán y Coahuila. Propios y extraños se maravillaron de color nayarita presente ayer en