Las
decisiones en política tienen costos. Todas, incluyendo las
omisiones, los diferimientos (decisiones tardías) o las reacciones sin contundencia
o desproporcionadas.
De ahí que
las corazonadas o las respuestas hepáticas se caractericen por la ausencia de cálculo político, y generen
–evidentemente- costos elevados (y dolorosos).
Los
momentos decisorios en las autoridades deben ser precedidos por análisis fríos.
Bien decía don Jesús Reyes Heroles
que “la praxis sin teoría es barbarie”.
En Nayarit
hemos vivido muchos momentos de rusticidad en la escena pública. Son
mayoría los protagonistas cuyo credo es la política ranchera, en la que la
revancha y el aniquilamiento del opositor es la divisa.
Pocos han
sido, en cambio, los ejemplos de políticos que optan por la ruta de los
acuerdos, de la amnistía, de la inclusión, de la sinergia. Luminosas son las
moralejas que nos legó don Emilio M.
González, respecto de cerrar círculos y dar pie a escenarios de conciliación.
La lucha por el poder condiciona; sí, pero estar en el poder modifica los referentes para actuar.
La lucha por el poder condiciona; sí, pero estar en el poder modifica los referentes para actuar.
EL
MAGISTERIO Y EL NEYCISMO: EXPEDIENTES INCONCLUSOS
Claro, una
excepción a la amnistía es el componente de la ilegalidad, máxime si va
acompañado de procesos de destrucción de imagen en el grupo o el personaje implicado. Recordemos las acciones
de Carlos Salinas contra los líderes
petroleros y contra el empresario Eduardo
Legorreta. La apuesta elegida demostró ser la correcta.
No todas
las guerras institucionales han sido precedidas por evaluaciones objetivas. La
del 99 contra la sección 20 del SNTE no funcionó y el sexenio de Antonio Echevarría tuvo que operar un
control de daños que derivó en un pacto político con utilidades mutuas.
Hoy en el
escenario local se vislumbran dos diversos escenarios para Roberto Sandoval. Uno de ellos es el
expediente del neycismo. ¿Qué hacer con los señalamientos sociales respecto de
malos manejos, principalmente en la Secretaría de Salud? ¿Cómo tramitar
políticamente a las figuras de esta corriente que buscan competir en el 2014
–visiblemente Sharo Mejía, Omar Reynozo y
Alejandro Galván-? ¿Darle gusto a una sociedad cada vez más crítica contra el exgobernador? ¿Perdonar a quienes heredaron un caos?
El otro
asunto cuya resolución no acaba por cincelarse es la de la corriente
magisterial, pues los criterios para operar la relación institucional y
política con este gremio pasa intermitentemente de los acuerdos a la confronta,
y viceversa.
En ambos
casos, se percibe que se trata de asuntos “vivos”, es decir, temas en los que
ha habido respuestas oscilatorias y señales encontradas, pero no una sentencia
final.
A nivel de
percepción popular, se ve como una debilidad el que no exista una definición de
guerra o paz –en relación al magisterio-, o de cárcel o amnistía para los
emisarios neycistas.
Por ello
es necesario el equipo del gobernante sugiera alternativas para cerrar
ambos expedientes. La indefinición tiene un costo también.
¿Qué hacer
como la corriente de los Montenegro?
¿Qué hacer con la gente de Ney González?
Son preguntas cuya respuesta no debe diferirse más. Y ese veredicto debe
producirse tras un análisis serio, frío, objetivo. El sexenio tiene muchos otros retos presentes y futuros que están esperando turno.
Ah, y se
debe calcular el costo de lo que se haga y no se haga. Hay que darle un valor a
las opciones que no se van a aplicar.
DE BUENA FUENTE: Será interesante
saber el rol que jugará Rodrigo González
Barrios como diputado federal, pues su perfil conciliador puede servir para
que el gobierno de Roberto Sandoval
recurra a él como un aliado más en temas presupuestales.
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@ehq