lunes, 27 de agosto de 2012

El costo de oportunidad, en política



Las decisiones en política tienen costos. Todas, incluyendo las omisiones, los diferimientos (decisiones tardías) o las reacciones sin contundencia o desproporcionadas.
De ahí que las corazonadas o las respuestas hepáticas se caractericen por la ausencia de cálculo político, y generen –evidentemente- costos elevados (y dolorosos).
Los momentos decisorios en las autoridades deben ser precedidos por análisis fríos. Bien decía don Jesús Reyes Heroles que “la praxis sin teoría es barbarie”.
En Nayarit hemos vivido muchos momentos de rusticidad en la escena pública. Son mayoría los protagonistas cuyo credo es la política ranchera, en la que la revancha y el aniquilamiento del opositor es la divisa.
Pocos han sido, en cambio, los ejemplos de políticos que optan por la ruta de los acuerdos, de la amnistía, de la inclusión, de la sinergia. Luminosas son las moralejas que nos legó don Emilio M. González, respecto de cerrar círculos y dar pie a escenarios de conciliación.
La lucha por el poder condiciona; sí, pero estar en el poder modifica los referentes para actuar.

EL MAGISTERIO Y EL NEYCISMO: EXPEDIENTES INCONCLUSOS
Claro, una excepción a la amnistía es el componente de la ilegalidad, máxime si va acompañado de procesos de destrucción de imagen en el grupo o el personaje implicado. Recordemos las acciones de Carlos Salinas contra los líderes petroleros y contra el empresario Eduardo Legorreta. La apuesta elegida demostró ser la correcta.
No todas las guerras institucionales han sido precedidas por evaluaciones objetivas. La del 99 contra la sección 20 del SNTE no funcionó y el sexenio de Antonio Echevarría tuvo que operar un control de daños que derivó en un pacto político con utilidades mutuas.
Hoy en el escenario local se vislumbran dos diversos escenarios para Roberto Sandoval. Uno de ellos es el expediente del neycismo. ¿Qué hacer con los señalamientos sociales respecto de malos manejos, principalmente en la Secretaría de Salud? ¿Cómo tramitar políticamente a las figuras de esta corriente que buscan competir en el 2014 –visiblemente Sharo Mejía, Omar Reynozo y Alejandro Galván-? ¿Darle gusto a una sociedad cada vez más crítica contra el exgobernador? ¿Perdonar a quienes heredaron un caos?
El otro asunto cuya resolución no acaba por cincelarse es la de la corriente magisterial, pues los criterios para operar la relación institucional y política con este gremio pasa intermitentemente de los acuerdos a la confronta, y viceversa.
En ambos casos, se percibe que se trata de asuntos “vivos”, es decir, temas en los que ha habido respuestas oscilatorias y señales encontradas, pero no una sentencia final.
A nivel de percepción popular, se ve como una debilidad el que no exista una definición de guerra o paz –en relación al magisterio-, o de cárcel o amnistía para los emisarios neycistas.
Por ello es necesario el equipo del gobernante sugiera alternativas para cerrar ambos expedientes. La indefinición tiene un costo también.
¿Qué hacer como la corriente de los Montenegro? ¿Qué hacer con la gente de Ney González? Son preguntas cuya respuesta no debe diferirse más. Y ese veredicto debe producirse tras un análisis serio, frío, objetivo. El sexenio tiene muchos otros retos presentes y futuros que están esperando turno.
Ah, y se debe calcular el costo de lo que se haga y no se haga. Hay que darle un valor a las opciones que no se van a aplicar.

DE BUENA FUENTE: Será interesante saber el rol que jugará Rodrigo González Barrios como diputado federal, pues su perfil conciliador puede servir para que el gobierno de Roberto Sandoval recurra a él como un aliado más en temas presupuestales.

Twitter: @ehq

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