Un veraniego día, hará 5 o 6 años me sentí como Michael Douglas en la película “Un día de Furia”. Mucho antes de lo calculado el astro sol iluminó mi faz. El despertador de mi celular –con la celebérrima “Jumping Jack Flash” de los Rolling Stones- estaba programado para que sonara un par de horas después. Así furioso como andaba fui con la señora Nena, decoradora de confianza, y encargué una cortina con el aditamento black out, con el que -un par de días después- la luz matutina ni de broma podía entrar de polizona a mi recámara.
Por ahí del 2005 fue el calor. Nada que no resolviera un poderoso equipo de aire acondicionado de tonelada y media de capacidad a 18 meses sin intereses. Silencioso, formidable. Encontré la paz a 23 grados centígrados. Claro, en esos días invertí tiempo y dinero en adquirir los satisfactores fundamentales para tener noches de ensueño, como las del oso canadiense del comercial de Spring Air. Un colchoncito king size, almohadas de pluma de ganso, un ligero edredón de algodón. Incluso adquirí la costumbre extraña de darme un regaderazo adicional todas las noches, con agua tibia.
MELODÍAS PARA MADRUGADORES INVOLUNTARIOS
Cuando yo creí tener ya la fórmula infalible para dormir como los magnates, fue la cancioncilla de Gas Nayar la que hizo las veces de mi despertador, muchos minutos antes de que entrara en acción la guitarra mágica de Keith Richards.
El jingle de la gasera suele sonar a eso de las 7 de la madrugada en los altoparlantes de los camiones distribuidores. “Gas Nayar, Servicio Profesional, a tu servicio”, canta una mujer, torturadora, malévola. No sé quiénes más lo escuchen, pero creo que es el involuntario servicio de despertador de muchos, en muchas colonias de Tepic. Ni siquiera las pastillas de Vivinox o Simplex logran derrotar a los decibeles de la tonadilla.
Los domingos descansan los repartidores de gas, pero no un afanoso vendedor de “tamales calientitos”, quien suele programar una grabación amateur, enjundiosa a horas indecentes. Para mi mala suerte le gusta estacionarse un rato en la esquina de mi casa, así que no me queda de otra que levantarme de una buena vez a ver a Chabelo y preparar café.
El martes el diputado Roberto Lomelí Madrigal, para mi buena fortuna, se paró en la tribuna del Congreso para presentar una iniciativa de Ley contra el Ruido para el estado de Nayarit, cuyo contenido espero conocer pronto.
Ojalá mi amigo legislador la hubiera socializado antes de su presentación, para que hubiera llegado al Pleno con una alta dosis de legitimación, a diferencia de casi todas las iniciativas que se procesan en la Cámara. Seguramente tendría ahora miles de firmas de apoyo, de ciudadanos inconformes con el caos provocado por la indolencia de las autoridades. Y para ir generando legiones de vigilantes de que esta disposición se cumpla, una vez convertida en ordenamiento vigente.
Yo con gusto le hubiera otorgado mi apoyo.
De antemano le digo ¡Gracias Bachis!
DE BUENA FUENTE: No es mala idea la que deslizó el diputado Manuel Narváez recientemente a varios periodistas, la de reducir el número de legisladores en el Congreso local. Al parecer hay simpatía de la bancada priísta con esta posibilidad. Sería –de aprobarse- una medida para restaurar la imagen de ese Poder en Nayarit.