Fue un galeno, y no un político, el que calculó que el reducido cerebro de sus creaciones –seres reinventados- como una ventaja. Un ente manipulable.
En realidad la irracionalidad de esas creaciones acaba siendo un arma contra sus padres artificiales, pues sólo entienden a elogios y cuando les regatean esto, la fuerza bruta es su única racionalidad. Tarde o temprano terminan siendo los verdugos de sus creadores.
Hablamos –claro- del doctor Víctor Frankenstein. ¿Qué la reflexión es aplicable a Andrés Manuel López Obrador? ¡Por supuesto! Rafael Acosta “Juanito”, su creación, se convirtió en una fuerza incontrolable, un dolor de cabeza incesante.
El monstruo le reclamó más temprano que tarde al Dr. Frankenstein el haberlo creado horripilante, condenándolo al desamor. Por eso lo sentencia a muerte y se propone infringirle inmenso dolor.
Se creía con el mismo derecho que su amo de ser querido y cuando se da cuenta que sólo produce terror y desprecio estalla, y le declara la guerra a su inventor.
EN NAYARIT TAMBIÉN SE CUECEN HABAS
Los Juanitos son figuras cíclicas en la política. Alguna vez comenté con un estudioso de la vida del magisterio local los casos similares al de Rafael Acosta. Ciertamente muchos de los cuadros impulsados por la mano del maestro Liberato Montenegro a posiciones políticas de primer nivel se convierten en devotos de otras corrientes políticas –cuando no la propia- y se lanzan al exterminio de su patrocinador.
Claro, el magisterio no es el único caso que registra situaciones de este tipo. Todas las corrientes tienen o han tenido a sus Juanitos.
No hay un método eficaz para prevenir rebeliones como la que vivió recientemente López Obrador con el personaje de Iztapalapa. Sin embargo, el común denominador de este tipo de “inventos” es su escaso nivel de discernimiento, de tal forma que por ahí podemos encontrar una especie de fórmula.
Demostrado está que no hay pacto que valga, ni promesa que cumplan los Juanitos. No es bueno un ambiente político en el que sus actores no sean dignos de confianza.
En el caso de Iztapalapa, tras haber cedido el control de la delegación Iztapalapa a Clara Brugada, Juanito permanecerá vigente, haciendo una tontería tras otra, como figura amenazante. Seguirá siendo un dolor de cabeza, pues, aunque su campo de acción esté aparentemente reducido.
A Juanito –el de Iztapalapa o el de cualquier lado- no se le puede dar un trato de igual a igual. Tampoco aplican con él las reglas vigentes en la arena política. Y por ello a veces solo resta exterminarlos al estilo de los rudos, montoneándolos, es decir, todos contra él.
DE BUENA FUENTE: En el mundo virtual fue bien recibida la aspiración del empresario de la publicidad y los medios Alejandro Galván. Habrá que estar atento a las reacciones de las corrientes políticas locales en estos días.