El hartazgo de la gente contra la inseguridad es evidente. El ama de casa, el taxista, el abarrotero, el estudiante, todos coinciden en no entender como el ya célebre puente de los lobos sigue siendo una vitrina exclusiva de los grupos delictivos locales, sin que ninguna corporación policiaca pueda detectar y detener a quienes exhiben a los adversarios colgados, con total impunidad.
Más que el mejor discurso, más que la promesa de campaña más descabellada, más que cualquier espectacular o brigadeo, más que las tarjetas que auguran bienestar inaudito, más que el jingle mas pegador, el puente de los lobos llevará a muchos tepicenses a las urnas el 3 de julio. Y no precisamente con las intenciones deseadas por los gobernantes.
Pese a la muy desangelada campaña operada por el PRI que pretende endosarle a Felipe Calderón el clima de violencia en Nayarit, a los locales les queda claro el rol de complicidad y desdén que han tenido las policías locales en el combate a la inseguridad. El propio gobernador Ney González ha señalado la crisis de imagen de esos elementos que “sospechosamente siempre llegan 20 minutos tarde”. Los guardianes del orden, a su vez, involucraron a sus superiores en el lío de las tardanzas deliberadas.
POLICÍAS LOCALES, CORROMPIDOS
Los trascendidos que la gente cree y divulga van todos en el sentido de que las policías de Nayarit se plegaron a los intereses del narco. Y la resistencia institucional para impulsar los exámenes de control de confianza parecieran darle la razón al rumor social.
Los famosos donativos que se cobraban en comandancias y agencias del ministerio público –y de la que nunca hubo ni culpables ni sanciones- son el elemento que confirma el ambiente de corrupción tolerada que reinó durante meses. Si circula dinero fácil es lo mismo que provenga de un borrachito que quiere su libertad que de un traficante de drogas que quiere trabajar sin obstáculos.
Por increíble que parezca, varios exfuncionarios de seguridad pública buscaron en días pasados mantener ciertos privilegios: dos de ellos cabildearon infructuosamente candidaturas en el PRI, uno a alcalde, otro a diputado o regidor. Y otro más preparó la famosa iniciativa de “ley guarura” que atinadamente fue rechazada por la mayoría de los diputados locales.
Es decir, lejos de estar en la antesala de investigaciones por enriquecimiento ilícito, varios de los responsables del deterioro de la inseguridad gozan de alta influencia en la esfera oficial.
CANDIDATURAS ¿A CAMBIO DE?
Y en este ambiente kafkiano uno no entiende cómo –en reciprocidad a la alianza de
En los días previos a una elección los uniformados suelen coadyuvar con el partido en el poder con acciones típicas para mantener contentos a los electores, por ejemplo, iniciando una tregua en materia de multas e infracciones.
Si el tema seguridad es el de mayor preocupación ciudadana, y si el mítico puente de los lobos es ya el ícono urbano de la impunidad, el principal símbolo de la violencia descontrolada, el equipo de Roberto Sandoval debió haber acordado con las autoridades policiales un ejercicio específico de vigilancia en ese monumento al terror.
Es decir, la tajada de candidaturas fue muy grande como para que no exista una contraprestación mínima, justo en el tema que más duele al votante: la violencia.
Un colgado más, después de tantos, sólo alienta el voto a favor de la alternancia el 3 de julio.
Hay hartazgo y los aliados del PRI no están, definitivamente, haciendo la parte que les corresponde en estos días decisivos.
DE BUENA FUENTE: El deslinde de la señora Martha Elena García respecto de dos profesionistas con fuerte actividad mediática podría ser un buen ejemplo a seguir en otros cuarteles de campaña. También en el PRI y en menor escala en el PRD hay varios “Simancas” y “Robertos”.
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