jueves, 18 de febrero de 2010

Un Pacto por la seguridad

Ayer escuché a un amigo, un profesional con larga trayectoria en instituciones de gobierno, hablar por primera vez de algo que flota en el ambiente local como una necesidad: un Pacto.
El problema no es que muchos pensemos igual; creo que somos mayoría los que quisiéramos un mejor nivel de diálogo y debate en nuestras autoridades. Y de tolerancia cuando se les critica. La bronca es cuando los protagonistas de la vida pública nayarita creen que no deben modificar su conducta. Que están haciendo lo correcto, pues.
Justo cuando la percepción de que la inseguridad llegó se ha generalizado, sepultando la tesis de los “casos aislados”, otra vez se hace presente la antipolítica: el chismarajo, los dimes y diretes, el mitote.
Todo este lamentable escenario pasa cuando los nayaritas viven un momento inédito de violencia. Las historias que nuestros conocidos platicaban sobre Culiacán o Tijuana son similares a las que contamos ahora acerca de lo que pasa en nuestras calles.
Se antoja ideal el clima como para que autoridades y políticos de todos los partidos venzan sus fobias y acuerden sumarse a un esfuerzo para no politizar la situación, para no adelantar campañas, para dejar de agredirse por un tiempo, para hacer sinergia contra el crimen.

SUPERAR FOBIAS, ¿IMPOSIBLE?
En un pacto –hay que leer a los teóricos de estas negociaciones, como Daniel Montero Zendejas- todos ceden algo, a cambio de un beneficio colectivo.
De entrada, el mayor esfuerzo recae en la autoridad, pues es la que tendría que convocar a un concurso de voluntades de este tipo. Ya lo hizo antes, infructuosamente, recordemos. Hay desconfianza por la inutilidad del Acuerdo para fortalecer la Seguridad Pública del 26 de noviembre del 2008. 42 compromisos incumplidos en su mayoría.
Tiene una ventaja el gobernador Ney González en un escenario de este tipo: el perfil de su Secretario General de Gobierno, Roberto Mejía, para operar –por ejemplo- la suma de la diputada federal Martha Elena García a un eventual Pacto.
¿Se imaginan el impacto que tendría entre los seguidores de todas las corrientes políticas y sociales, ver al gobernador y a la diputada perredista -entre otros líderes nayaritas- suscribiendo un Pacto para superar la crisis de inseguridad?
En las familias de Nayarit está germinando un malestar con la situación que se vive en las calles. Al margen de las acciones gubernamentales, flota la percepción de que los políticos ni siquiera en esta vez se deciden a vencer fobias, pues aparentemente se acusan unos a otros, como en los mítines de campaña.
No pocos creemos que el movimiento del “Cómo Sí” –inicialmente concebido como una campaña en pro del pago de impuestos- se transformó en una marejada de estigmatización y compactación de los no alineados: panistas, perredistas, abstencionistas, robertistas, gerardistas y demás. Nunca imaginé que ese eslogan engendraría otro, el del “Cómo nó”.
Así, se percibe a Ney González como director técnico de un equipo, pero los jugadores de otros equipos, y también los que están en las gradas, quisieran verlo como árbitro, en la respetada imparcialidad de la autoridad.
Y es en esa calidad en la que podría (o ¿debería?) dar un paso cualitativo en la historia contemporánea de Nayarit, para convocar a un Pacto de Unidad, para que los del “Cómo sí”, y todos los demás, en los hechos, hagamos algo más para que regrese la seguridad a las calles y la tranquilidad a nuestras familias.
La medianía de nuestros actores políticos ya cansó, tanto o más, que las reyertas de las mafias del otrora pacífico Nayarit.

DE BUENA FUENTE: Justo 2 meses después de que quedó acéfalo el ITAI los diputados locales expidieron la convocatoria para designar al nuevo titular. Los interesados en presidir el órgano garante de la transparencia en Nayarit tendrán hasta las 8 de la noche del próximo sábado para presentar la documentación que avale su idoneidad.
Por cierto, ayer no se publicó la citada convocatoria en los medios impresos locales. Ojalá este jueves aparezca, de lo contrario se empezará a gestar un ambiente de opacidad que no conviene.