Un partido político puede
–y a veces debe- excluir a ciertas corrientes políticas por salud. El mito
aquel de que las grandes escisiones le hacían daño resultó falso. Queda claro
que el grupo hegemónico en el PRI nayarita está tanteando ir en este 2012 por
la mayor parte de las candidaturas prescindiendo del apoyo de otros grupos
tradicionales; verbigracia, el magisterio y la Ola Roja de Ney.
Para muchos jóvenes,
incluso, podría ser atractivo ver a un PRI depurado. En julio veremos si las
decisiones operadas por Juan Carlos Ríos Lara, actual mandamás de ese
partido, dieron resultados.
Sin embargo, debe quedar
claro que la agenda del PRI no es, ni debe ser la agenda del gobierno. Es
decir, generar condiciones de gobernabilidad es un asunto tremendamente superior
a las coyunturas partidistas. Los problemas del PRI afectan a muchos;
pero los asuntos oficiales nos afectan a todos.
Hoy vemos una simbiosis
que debe zanjarse radicalmente: que las estrategias del PRI y del Gobierno se
separen, se diferencien.
EL GOBERNADOR DEBE
DIALOGAR CON TODOS
Necesariamente la agenda
gubernamental debe mantener diálogo con los sectores que con mayor peso
graviten en el tejido social. No ha lugar la discriminación o el veto. Todos
deben ser interlocutores. El calor del debate partidista no debe contaminar la
gestión pública. Las inclusiones o exclusiones que opere Ríos Lara en
este 2012, por ejemplo, son tema aparte de las mesas de diálogo que monte el
gobierno de Roberto Sandoval.
Ayer decíamos que el
ambiente de la campaña 2011 aún no logra ser exorcizado; lo malo es que ya
estamos a días de definiciones partidistas que seguramente dejarán contentos a
unos y molestos a otros. Y otra vez a sudar esa cruda post decisional. Ah, pero
el gabinete del gobernador debe ser sensible para inmunizarse contra los
efectos de la grilla partidista.
Es decir, la calidad del
diálogo gobierno-gobernados debe mantenerse en un cuidadoso nicho,
estableciendo –para ello- reglas del juego claras. Es decir, lo que en el
partido pase, en el partido se queda. Hay que fijarle fronteras claras a las
competencias de partido y gobierno.
En coyunturas de
austeridad presupuestal, una de las grandes herramientas que tienen los poderes
públicos es maximizar el diálogo. El PRI podrá excluir, pero el gobierno puede
–y debe- incluir. Decía atinadamente don Emilio M. González. “La
mitad del problema se resuelve escuchándolo”. El efecto cicatrizador de la
cercanía de un mandatario con su pueblo es insustituible.
NO REPITAMOS EL AUTISMO
DEL SEXENIO PASADO
En el expediente Gobierno
versus Sección 20 del SNTE, por parte del gremio magisterial se reconoció
solamente a uno de los colaboradores de Roberto Sandoval con el
atributo de zanjar los problemas por la vía del diálogo y los acuerdos: Pepe Espinoza, Secretario General de Gobierno.
Y precisamente la ausencia
de diálogo fue la que dio lugar a veredictos y cifras erróneas. La marcha del
viernes pudo haberse parado a tiempo si hubiese habido antes un intercambio
cordial y fluido de pareceres y datos.
No estaría mal que se
secunde la iniciativa de la Secretaría General de Gobierno para instaurar un
espacio de debate con los partidos, pero amplificando la calidad y
representatividad de los interlocutores de Roberto Sandoval y su
gabinete con una especie de COCOPA (aquella Comisión de Concordia de 1995
encabezada por Manuel Camacho) en la que estén, además de los partidos,
la sociedad organizada: los universitarios, las ONG, los líderes urbanos, las
mujeres de los migrantes, los empresarios, los intelectuales, los artistas, los
blogueros, los activistas cívicos, todos.
Si el signo actual –e
histórico- que nos caracteriza son las reyertas públicas, empecemos a tejer un
ambiente de concordia con el único y milenario método, el socrático: el diálogo.
DE BUENA FUENTE: El gabinete legitimador de septiembre del
2011 se ha metamorfoseado. Ya no están ni Antonio Meza y recién se fue Germán
Rodríguez. Definitivamente será clave el perfil de quién vaya a encabezar
la Procuraduría. Hace bien el gobernador en abrir un compás de espera para no
sustituir al que se fue con criterios –digámoslo así- escalafonarios, como lo
hizo en SEDESOL con el doctor Juan Ramón Alcántar cuyo nombre nos dice
poco a los nayaritas.
Twitter: @ehq