Bautizar a un jet
Por correo electrónica la compañía aérea Volaris me pide que participe en un concurso para ponerle nombre a 21 aviones de su flota. Ofrecen como premio viajar gratis durante un año –incluyendo acompañante- las veces que lo deseé.
A este tipo de prácticas se le denomina, en la nueva gestión pública, como la “cultura de la inclusividad”.
En julio del 2007, Marcelo Ebrard organizó en el DF una consulta pública para definir el trazo que debería seguir la nueva línea 12 del metro. Algunos proponían que la ruta fuera de Mixcoac a Acoxpa, otros que terminara en Tláhuac. La consulta popular la supervisó el Observatorio Ciudadano y no el Gobierno. Los defeños participaron votando en mesas, vía telefónica e incluso por Internet. Un mes después, se presentó el proyecto final, de Tláhuac a Mixcoac.
DARLE LA ESPALDA AL INTERNET
Durante 9 años trabajé en la Delegación Estatal del ISSSTE. Miles de veces ví subir a derechohabientes varones hasta el tercer piso del vetusto edificio de Insurgentes y Herrera. Iban por condones. Era un suplicio encontrar estacionamiento, registrarse en la planta baja, recibir un gafete, subir 3 pisos por elevador o escalera, buscar a la encargada de planificación familiar, volverse a registrar en el formato adecuado, firmar de recibido y esconder las piezas de hule látex en los bolsillos antes de salir algo apenados entre un mundo de enfermeras, choferes y secretarias.
“Si los gobiernos encuestaran a los usuarios de los servicios, ellos ayudarían a determinar una mejor forma de recibir los beneficios”, me explicó alguna vez el autor de las Breverías de Meridiano Jorge Enrique González sobre la utilidad de las encuestas. “Si tu le preguntas a ese padre de familia si le gusta el mecanismo para obtener sus preservativos te dirá que nó, y seguramente te propondrá un esquema más adecuado con el que tendrían más adeptos los programas de planificación familiar”, soltaba docto frente a un espléndido desayuno norteño.
Antes (¿antes, seguro que antes?) escuchar a la sociedad era –para los burócratas ortodoxos- organizar foritos de consulta. Se rentaba un local, se acarreaban paleros, se palomeaban las ponencias, el relator soltaba conclusiones mientras los asistentes mirojeaban edecanes, y vámonos a la comida.
¿Cómo deben ahora las autoridades incluir en sus decisiones a los gobernados? Hoy debería ser mucho más fácil. Empero las autoridades le siguen dando la espalda a herramientas de acercamiento con su sociedad, como el Internet.
Ayer quise presentar una solicitud de información a una autoridad, para confirmar un rumor (que juzgué falso) sobre la adquisición de inmueble, pero me lo impidió una barrera tecnológica: el portal no señalaba ninguna dirección electrónica para hacerlo y, en cambio, me mostraba un formato que yo debía imprimir, rellenar y llevar personalmente a las oficinas del encargado.
En efecto. Hace unas semanas hice un ejercicio. Envié algunos mails a las direcciones oficiales –no al correo personal- de varios servidores públicos. Solamente uno me contestó.
Hay una diferencia notable entre el uso que le da la gente común y corriente al Internet, y el uso que de éste hace el Gobierno. No se han institucionalizado políticas que tengan como aliada a la red de redes. De ahí que no pocos hombres públicos vean al Internet como la materialización del maligno. “Cruz, cruz…”
Renglón aparte es Ney González, un hombre que creció políticamente apoyándose en la red. Muchas de sus actividades cotidianas están a un click de distancia de los cibernautas. Y personalmente responde cerca de 400 correos diarios. Pero su credo tecnológico no ha contagiado a todos en Palacio.
Internet es una herramienta ideal para practicar la cultura de la inclusividad, con el consiguiente –y casi seguro- crecimiento del capital social del gobierno.
No es posible que para un ciudadano nayarita sea más fácil bautizar un jet que dialogar con sus gobernantes.
DE BUENA FUENTE: La Riviera Nayarit aparece en los medios norteamericanos como uno de los 5 destinos obligados en el 2009, junto a Perú, Lituania, Kansas City y Vancouver, gracias a la muy difundida clasificación hecha por Smarter Travel. El USA Today, la cadena Fox de televisión e innumerables sitios web especializados en turismo hablan hoy de la “Riviera What?”, por citar la expresión de la redactora Christine Sarkis.
Se confirma así el acierto de haber creado esta marca y de apostarle a una campaña permanente de promoción.
A este tipo de prácticas se le denomina, en la nueva gestión pública, como la “cultura de la inclusividad”.
En julio del 2007, Marcelo Ebrard organizó en el DF una consulta pública para definir el trazo que debería seguir la nueva línea 12 del metro. Algunos proponían que la ruta fuera de Mixcoac a Acoxpa, otros que terminara en Tláhuac. La consulta popular la supervisó el Observatorio Ciudadano y no el Gobierno. Los defeños participaron votando en mesas, vía telefónica e incluso por Internet. Un mes después, se presentó el proyecto final, de Tláhuac a Mixcoac.
DARLE LA ESPALDA AL INTERNET
Durante 9 años trabajé en la Delegación Estatal del ISSSTE. Miles de veces ví subir a derechohabientes varones hasta el tercer piso del vetusto edificio de Insurgentes y Herrera. Iban por condones. Era un suplicio encontrar estacionamiento, registrarse en la planta baja, recibir un gafete, subir 3 pisos por elevador o escalera, buscar a la encargada de planificación familiar, volverse a registrar en el formato adecuado, firmar de recibido y esconder las piezas de hule látex en los bolsillos antes de salir algo apenados entre un mundo de enfermeras, choferes y secretarias.
“Si los gobiernos encuestaran a los usuarios de los servicios, ellos ayudarían a determinar una mejor forma de recibir los beneficios”, me explicó alguna vez el autor de las Breverías de Meridiano Jorge Enrique González sobre la utilidad de las encuestas. “Si tu le preguntas a ese padre de familia si le gusta el mecanismo para obtener sus preservativos te dirá que nó, y seguramente te propondrá un esquema más adecuado con el que tendrían más adeptos los programas de planificación familiar”, soltaba docto frente a un espléndido desayuno norteño.
Antes (¿antes, seguro que antes?) escuchar a la sociedad era –para los burócratas ortodoxos- organizar foritos de consulta. Se rentaba un local, se acarreaban paleros, se palomeaban las ponencias, el relator soltaba conclusiones mientras los asistentes mirojeaban edecanes, y vámonos a la comida.
¿Cómo deben ahora las autoridades incluir en sus decisiones a los gobernados? Hoy debería ser mucho más fácil. Empero las autoridades le siguen dando la espalda a herramientas de acercamiento con su sociedad, como el Internet.
Ayer quise presentar una solicitud de información a una autoridad, para confirmar un rumor (que juzgué falso) sobre la adquisición de inmueble, pero me lo impidió una barrera tecnológica: el portal no señalaba ninguna dirección electrónica para hacerlo y, en cambio, me mostraba un formato que yo debía imprimir, rellenar y llevar personalmente a las oficinas del encargado.
En efecto. Hace unas semanas hice un ejercicio. Envié algunos mails a las direcciones oficiales –no al correo personal- de varios servidores públicos. Solamente uno me contestó.
Hay una diferencia notable entre el uso que le da la gente común y corriente al Internet, y el uso que de éste hace el Gobierno. No se han institucionalizado políticas que tengan como aliada a la red de redes. De ahí que no pocos hombres públicos vean al Internet como la materialización del maligno. “Cruz, cruz…”
Renglón aparte es Ney González, un hombre que creció políticamente apoyándose en la red. Muchas de sus actividades cotidianas están a un click de distancia de los cibernautas. Y personalmente responde cerca de 400 correos diarios. Pero su credo tecnológico no ha contagiado a todos en Palacio.
Internet es una herramienta ideal para practicar la cultura de la inclusividad, con el consiguiente –y casi seguro- crecimiento del capital social del gobierno.
No es posible que para un ciudadano nayarita sea más fácil bautizar un jet que dialogar con sus gobernantes.
DE BUENA FUENTE: La Riviera Nayarit aparece en los medios norteamericanos como uno de los 5 destinos obligados en el 2009, junto a Perú, Lituania, Kansas City y Vancouver, gracias a la muy difundida clasificación hecha por Smarter Travel. El USA Today, la cadena Fox de televisión e innumerables sitios web especializados en turismo hablan hoy de la “Riviera What?”, por citar la expresión de la redactora Christine Sarkis.
Se confirma así el acierto de haber creado esta marca y de apostarle a una campaña permanente de promoción.