La militancia del PRI dejó la institucionalidad histórica: antes la gente se afiliaba en movimientos y sectores, hoy las “olas” se han consolidado como los nuevos ejércitos del tricolor y su ausencia de disciplina se manifestó en el 2009 al no apoyar a los candidatos de “su” corriente. Jocelyn Fernández y Alfredo Zmery resintieron el celoso credo del priísmo de hoy.
De cara al 2011, y ante la clara intención del PAN y PRD para coaligarse, muchos ven con preocupación el rol que va a jugar la ola roja, la ola blanca y la corriente magisterial si el ungido no surge de sus filas.
UNA CORRIENTE, ¿TRES PRECANDIDATOS?
Específicamente llama la atención lo que van a hacer los partidarios de la ola roja, identificada con Ney González, quienes aparentemente se encuentran divididos por simpatías diversas: unos confiesan que “hay línea” para acompañar a Alejandro Galván en su proselitismo emergente; otros creen que el PRI favorecerá al senador Raúl Mejía –el candidato natural de esta corriente-, en tanto, a otro numeroso sector –no obstante las señales cupulares- le late fuerte el corazón por Roberto Sandoval, pese a que éste ya creó su propia base de fidelizados. Hay confusión.
En otros cuarteles, la definición está dada: los maestros van por un Gerardo Montenegro en ascenso y la ola blanca apuesta al todo o nada por Roberto Sandoval.
En 2005, 2006, 2008 y 2009 la ola roja tuvo claridad respectos a cuáles candidatos habría que apoyar. Lograron una gran cantidad de posiciones en cabildos y el Congreso. Quizá en el pecado llevaron la penitencia. El tamaño del cucharón con el que se despacharon dejó irritación en otras corrientes, e incluso en los sectores y movimientos estatutarios del PRI.
Muchos militantes no encontraron justificación curricular o meritocrática para –por ejemplo- entender la candidatura de Paty Sandoval primero como regidora luego como diputada en el tercer distrito, o la de Georgina López Arias como alcaldesa suplente en Tepic, o incluso la inclusión de Leticia Hernández de Corrales en una demarcación de la capital como regidora o el reclutamiento de Griselda Esparza en la presidencia del partido.
CONTRACAMPAÑAS, RIESGO LATENTE
En 2005 la idea de devolver al PRI a Palacio de Gobierno logró unificar a todas las tribus locales. Sin embargo, en 2008 y 2009 hubo claros ejemplos de contracampaña: priístas apoyando candidatos de otros partidos.
Con esos antecedentes, muchos se preguntan qué va a hacer ese ejército nutrido y bien estructurado en 2011 si el designado no es de sus simpatías, como no lo fue Zmery en 2009.
Y qué van a hacer la ola blanca y el grupo magisterial en caso de que el designado sea uno de los favoritos de la ola roja, dado el nivel de fobias mutuas que nadie ha atinado a atemperar tras dos elecciones sucesivas.
La situación interna del PRI es vista con gusto en militantes del PAN y PRD que prematuramente sienten que serán invencibles si se coaligan para el 2011.
Ignoro si la creación de la ola roja obedeció a metas transexenales.
Lo cierto es que hombres y mujeres que en campañas y eventos institucionales lucen orgullosos sus casacas rojas hoy están en la incertidumbre total, no tanto por saber si la candidatura para suceder a Ney González será para ellos –como lo han sido la mayoría de las posiciones a cargos de elección popular desde el 2005-, sino por las justificadas dudas sobre la unidad partidista que se va requerir en el 2011, unidad que no se ve cómo se pueda lograr.
En la perspectiva histórica, es poco el tiempo y muchos los retos del PRI rumbo al 3 de julio del año venidero.
DE BUENA FUENTE: En el clima de desaseo en que se gestó la reforma judicial, un nuevo dato circula con desaprobación entre funcionarios del Tribunal y del Poder Ejecutivo, respecto al rol del magistrado Pedro Enríquez como revisor oficioso de convenios y documentos diversos que llegan ¡a la Secretaría General de Gobierno! Su antefirma se sigue estampando con singular ligereza en numerosas fojas oficiales del Poder Ejecutivo. Para Ripley.
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